El año climatológico comenzó con un gran aporte hídrico a los suelos en forma de nieve y agua, gracias a la llegada de la borrasca Filomena. Posteriormente llegó la primavera con la aparición de heladas puntuales en abril y numerosas tormentas en el mes de junio. Julio y agosto tuvieron lugar en ausencia total de precipitacio- nes, algo que no se había visto anteriormente. La llegada de la maduración tuvo lugar en situación de estrés hídrico en las zonas más cálidas, pero en muy buen estado en zonas frescas y altas. A finales del mes de septiembre, y justo antes de la vendimia de las zonas cálidas, tuvieron lugar cuantiosas lluvias. Estas, dificultaron la vendimia de estas zonas tempranas, pero favoreció enormemente el remate de la madura- ción en las zonas tardías y altas. En definitiva, un año excelente para las zonas donde se pudo esperar y recolectar en fechas normales de vendimia.